"Good morning everyone, welcome to Anfield, the new manager of Liverpool: Jürgen Klopp". Escueto, concreto y conciso. Así se presentó a 'The Normal One' aquel octubre de 2015 tras dejar el Borussia algunos meses antes. Pidió cuatro años para convertir a los incrédulos en creyentes y se ha convertido en la pesadilla de su máximo rival, el Man United.
En su momento comentamos cómo el Big Data ha provocado que el Liverpool encuentre un camino a la gloria bastante sugerente, pero la realidad es que el que ha resucitado a un equipo que hacía aguas por todos los lados ha sido el técnico alemán.
Desde el milagro de Estambul que todos recordamos, el Liverpool únicamente había ganado dos títulos: Una FA Cup en 2006 y una Copa de la Liga en 2012. Pobres resultados para un equipo histórico, incapaz de retener a sus jóvenes estrellas como Sterling y haciendo fichajes muy cuestionables como el de Carroll, Downing o Benteke.
Es cierto que aquel resbalón de Gerard contra el Chelsea fue de una mala suerte atroz, al igual que es cierto que Brendan Rodgers tiene bastante culpa de que el Liverpool haya vuelto a ser competitivo, pero la responsabilidad última, al final del día, el que ha conseguido ganar una Liga 30 años después ha sido Klopp.
Cuando Klopp llega a Liverpool entiende que es el equipo hecho para él, su lugar en el mundo. No lo duda. Sin embargo, la confección de la plantilla dista mucho de lo que busca el técnico alemán. Lo que vengo a decir es que el primer día que Klopp entra en ese vestuario se encuentra a Benteke, Joe Allen, Alberto Moreno, Mignolet, Lucas Leiva, Sakho, Touré, Skrtel con más años que la humedad... un equipo que no daba para muchas alegrías.
Pidió cuatro años. Entre esa malgama de jugadores que, desde el respeto, no tenían nivel para jugar en el Liverpool, Jürgen encuentra ciertas piezas que serán a la postre los pilares sobre los que se sustenta su proyecto. Klopp encuentra a jugadores cuyo rendimiento no es acorde a su nivel. Hablamos de un Firmino que venía del Hoffenheim, un Henderson denostado y un Milner que en el City parecía mejor. Klopp en ese primer año, con un equipo que él no había compuesto y sin dirigir todos los partidos de la liga, deja al Liverpool octavo a un puesto de Europa y pierde la final de la Europa League contra el Sevilla.
La maquinaria se pone a funcionar ese verano. Llega Mané, como cabeza de lista de una serie de jugadores que tienen que adaptarse a un estilo el cual Sturridge, Can, Coutinho, etc no acaban de entender, pero Roma no se construyó en un día. Poco a poco se van buscando jugadores que encajen con la idea del entrenador. Alex Arnold, extremo del B, sube al primer equipo para convertirse en uno de los mejores laterales derechos del mundo. Apoyado en el Big Data empiezan a llegar jugadores que o bien jugaban en puestos que no era el suyo o bien no convencían en Inglaterra. Wijnaldum, un extremo que desciende con el Newcastle pasa a ser un gran interior, mismo caso que el de Oxlade, Salah se convierte en un goleador insaciable, Henderson abandona esa posición heredada de Gerard para ser el pulmón de un centro del campo que necesita disciplina o un joven escocés del Hull que se come la banda izquierda y que el QPR no quiso. Van llegando jugadores y el equipo va mejorando. El segundo año se hacen con el cuarto puesto que da entrada a la Champions League. En la 2017/18 repiten cuarto puesto y alcanzan la final de la Champions.
La mejoría del equipo es notable. El equipo ya está hecho al sistema de Klopp, vertiginoso arriba, con mucha presión al equipo rival y haciendo el campo grande para aprovechar una superioridad física evidente. Sin embargo, y a pesar de que los resultados son buenos, hace falta pulir cosas, detalles. Se acabó la construcción, quedan los remates. Puestos concretos que conviertan los buenos resultados en títulos. Se acabó el buscar Wijnaldums y Manés para hacerles crecer, hay que ir a lo grande y empezar a fichar calidad contrastada. Se vende a Coutinho y Emre Can y se gasta ese dinero en un central, Van Dijk, y en un portero, Allison. El equipo es imparable.
Parecía que el año pasado se rompería la maldición, pero con la tercera mejor puntuación de la historia de la Premier League, sólo les llegó para ser segundos. Una lástima, pero lo prometido es deuda y en 2019 la Champions volvió a Anfield. Ganar una Champions en el Liverpool te convierte en héroe, pero ganar la primera Premier te convierte en leyenda.
El Machester United de Ferguson, el City de los petrodólares, el Arsenal de los invencibles, el Chelsea de Abramóvic, el Leicester del milagro, el Blackburn de Shearer... ¿para cuándo nosotros? se preguntaba la afición 'Red'.
Pues manos a la obra. 2020 es el año. 30 años después la maldición se ha roto. Jürgen Klopp ha colocado la primera Premier de la historia del Liverpool en las vitrinas de Anfield. Pidió cuatro años para convertirnos, y lo ha hecho.
The wait is over. Congrats Liverpool!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario