miércoles, 29 de julio de 2020

ARTHUR MELO: CABEZA DE TURCO EN UNA MALA GESTIÓN



Hoy venimos con el culebrón del mes de julio. El centrocampista de la Juventus de Turín, con ficha federativa aún en poder del FC Barcelona, ha decidido no volver a entrenar con el club catalán y, por supuesto, renuncia a jugar con los azulgranas en el sprint final de la UEFA Champions League. Decisión, cuanto menos, sorprendente por parte del futbolista pero que en cierta medida podríamos hasta entender. Veamos por qué...

En primer lugar, sería interesante contextualizar la situación brevemente dado que, entiendo, todos estamos al corriente del detonante de esta situación. Hace cosa de un mes, el FC Barcelona y la Juventus de Turín anunciaron un "cambio de cromos" entre Pjanic y Arthur Melo, en lo que se conoce, en el argot empresarial de toda la vida, como un "peloteo contable". Un movimiento que no responde en absoluto a ningún tipo de motivación deportiva, y sí a un juego contable con los tiempos de los traspasos. De no ser así, el acuerdo habría sido anunciado en términos de permuta o trueque. En este caso, aunque cada equipo se queda con un futbolista que viene del otro, y las tasaciones de ambos futbolistas son parecidas, a los dos se les ha puesto un precio. La operación se ha cerrado en términos económicos como si de dos fichajes independientes se tratase, con unas cifras absolutamente irreales para los precios de mercado que se barajan en la actualidad. Eso sólo puede significar una cosa: "necesito llegar a esta fecha con un ingreso de cierta cantidad para cumplir con el Fair Play Financiero, te vendo al jugador, ingreso (contablemente) una cantidad que me permita cumplir con el FPF, y pasada esa fecha, te ficho a tu jugador por cantidad similar (nunca la misma para evitar suspicacias)". En este caso, el FC Barcelona gana a nivel contable, "salvando los muebles" del FPF, y la Juventus, por el favor realizado, consigue un recambio de garantías para el motor del equipo, el cual, llevaba ya una cantidad considerable de kilómetros a sus espaldas. Básicamente, se han intercambiado el mismo coche con una diferencia de 150.000 km entre uno y otro. Pjanic, con 32 años, aun tiene recorrido y posibilidades de tener un par de temporadas buenas en el FC Barcelona, sí. Pero no olvidemos que Arthur Melo tiene 23 años. Ahí ha estado el negocio de la Juventus a la hora de socorrer al FC Barcelona.

Esto, como podéis intuir, es algo que, al futbolista, le es completamente ajeno. Son datos y cifras que, para Arthur y Pjanic, no tienen ningún tipo de interés. Lo único que saben los implicados en la operación es que uno cambia el Barcelona por la Juventus y el otro hace el viaje inverso. Esto provoca una reacción lógica que, desde algunos medios de comunicación, se han intentado criticar. El rendimiento de Pjanic desde el anuncio del cambio ha sido el esperado, con un nivel de regularidad a la altura de la calidad del futbolista. En el caso de Arthur, la cosa no ha ido tan bien. Poca participación (con un entrenador que tampoco ha ayudado en este sentido), y con muy poca influencia sobre el equipo. Y yo me pregunto, ¿a alguien le extraña?. Es decir, la Juventus es la indiscutible campeona italiana. El equipo más fuerte de la Serie A, una de las ligas más fuertes del mundo. Pero el Barcelona...es el Barcelona. Ya sea por los títulos logrados en Europa en los últimos 15 años, o por jugar al lado de Leo Messi, puedo entender que un cambio Juve-Barça motive más a un jugador que un cambio Barça-Juve. Quizás, esta afirmación sea demasiado genérica y, por tanto, inexacta, pero en el caso concreto que nos ocupa y por la forma de jugar que cada uno de los dos acoge, en relación a lo que deja atrás, la inexacta afirmación anterior cobra fuerza. Para dos organizadores como Pjanic o Arthur, jugar en el Barcelona es lógico que pueda resultar más atractivo que jugar en la Juventus. 

Pero, dicho esto, la situación de Arthur en el Barcelona se ha descontrolado. Se ha ido de las manos muchísimo. O, por lo menos, eso dice el Barcelona. Un error de cálculo lo llamaría yo. Resulta que, al acabar la liga, a los jugadores se les concedió una serie de días libres antes de empezar a preparar el partido de Champions contra el Napoles. Esos días han sido aprovechados por Arthur para volver a Brasil y comunicar desde allí que no piensa volver. No va a volver a entrenar con el Barcelona ni a, por supuesto, disputar un sólo partido más con la camiseta azulgrana. Lo que comunmente se conoce como "declararse en rebeldía". Lo curioso de la situación es que un futbolista suele declararse en rebeldía para protestar porque no le dejan irse a otro equipo, no porque ya lo hayan vendido. Pero creo que es una lógica comprensible la utilizada por Arthur para no volver a Barcelona. Si ya me habéis vendido y lo habéis hecho oficial, mientras otros jugadores con contratos finalizados están abandonando los clubes para los que jugaban aunque estos sigan en competición (como Cavani con el PSG, por ejemplo), ¿por qué voy a tener que seguir disputando un puesto en un equipo en el que no estaré el año que viene? Porque ante el envío de tránsfers entre federaciones y equipos, la FIFA no se ha declarado más allá de lo estipulado en otras ocasiones: del 1 de julio al 1 de septiembre. Ante esta tesitura, la posición de Arthur es la de un futbolista traspasado que está esperando en su casa a que el club de destino solicite al club de origen el envío de la documentación federativa. En este aspecto, creo que la actitud de Arthur es comprensible y sin motivo a la crítica. 

Ahora bien, el FC Barcelona, que no tenía motivos deportivos para desprenderse de Arthur, está echando pestes de la actuación del centrocampista brasileño, sin el cual, la plantilla se ve aún más reducida de lo que ya estaba. La comparativa con el rendimiento de Pjanic en estas últimas fechas es otro intento más de "blanquear" deportivamente una operación sin sentido. Y Arthur no está dispuesto a entrar en ese juego. Se le pide compromiso a un señor al que se he echado por la puerta de atrás, sin motivo deportivo alguno, en busca de un cuadre de cuentas. Siendo legítimo el vender a un futbolista por motivos económicos, dadas las circunstancias, y con un entrenador que decidió dejar al futbolista de lado a partir de la oficialización del cambio, creo que la reacción del jugador era más que esperable. Sobre todo, si tenemos en cuenta que el fichaje  ya se hizo oficial y que nos encontramos inmersos en el periodo marcado por la FIFA para el cambio de equipos por parte de los futbolistas. Más allá del derecho a la pataleta, no entiendo la postura de un club como el FC Barcelona. Derecho a la pataleta que no habrían reclamado en ningún caso si Pjanic no fuese a disputar los octavos de final de la Champions League con la Juventus (que, aunque no lo hiciera y estuviera ya entrenando en Barcelona, tampoco podría jugar por tratarse de la edición 2019/2020 del campeonato, el cual, Pjanic comenzó a disputar con la Juventus). Y eso es algo que tenemos todos claro. Por tanto, me parece curioso que se hable de compromiso del futbolista con una institución que, si pudiera, no sería recíproca con el futbolista, al que tendrían, en el mejor de los casos, entrenando en solitario y a parte, como ya ocurrió con Arda Turan, por ejemplo...

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