Quiero empezar destacando lo complicado que resulta hablar de reconversión en un futbolista cuya demarcación no está del todo clara. Un jugador con el mismo número de fans que de detractores y que, curiosamente, todos coinciden en lo mismo "da igual dónde lo pongas". Aunque el resultado de esa frase sea radicalmente distinto para ambas facciones; muestra evidente de que el bueno de Thomas no deja a nadie indiferente. Vamos a ver por qué...
Hablar de reconversión en estas circunstancias se antoja dificil, lo sé. Pero, ¿como llamar al cambio radical en las estadísticas de un futbolista que pasa de meter 20 goles por temporada a dar 20 asistencias? En este caso, sin atreverme a hablar de una reconversión patente sobre el campo (que a mí sí que me parece apreciable pero puedo entender que para mucha gente no sea así), me apoyo en las estadísticas para defender esta idea. Aunque entre los matices admito la posibilidad de que, a tenor de esos mismos números, más que ponerse a dar asistencias, lo que ha pasado es que ha dejado de meter goles. Thomas Müller tiene en su haber 10 goles en citas mundiales. Los mismos que Batistuta, 1 más que Villa o Paolo Rossi, 1 menos que Jürgen Klinsmann y 2 menos que Pelé. A expensas de ver que ocurre con el próximo mundial, al que llegaría con 32 años, cifra nada exagerada para la disputa del mismo. Números de delantero, se miren por dónde se miren. En su etapa en el Bayern (toda su carrera, cosa que la gente no analiza cuando lo critica. Ser un One Club Man del Bayern de Munich es, en sí mismo, digno de loa. Como lo es en Barcelona, Real Madrid o City. Equipos con una rotación de personal bastante elevada fruto de la exigencia y la necesidad de títulos, en unos casos por historia y en otros por el alto nivel de inversión para su consecución) Thomas Müller ha conseguido cerca (por arriba o por abajo) de 20 goles por temporada hasta la temporada 16/17, año en el que dejó de meter goles para hacer cerca de 20 asistencias por año. Esto coincide con la salida del club de Pep Guardiola y la llegada de Carlo Ancelotti al banquillo bávaro. Hasta entonces, los números de un suplente llamado Thomas Müller asustaban al más pintado. Es cierto que era ese jugador número '12' para Guardiola, que el hoy entrenador del City es muy proclive a rotar entre los 15 jugadores de plantilla que utiliza (el resto, si es que los hay, están por si hay lesiones), pero con 21 de 49 partidos disputados en los que no participó en los 90' reglametarios, terminó la temporada con 32 goles y 12 asistencias. 0.72 goles/partido sin gozar del partido entero en casi la mitad de los mismos es una auténtica salvajada. Por aquel entonces, Guardiola lo definía como "un extremo que ataca los espacios". Sin embargo, con la llegada de Ancelotti, eso cambió. Debe ser que el concepto del "extremo que ataca los espacios" no convenció al entrendor italiano y le pidió a Müller que jugara como un extremo normal. Sin "filosofías".
Eso tuvo una gran repercusión en los números del '25' del Bayern. Primero porque la velocidad de Müller no se encuentra, precisamente, entre sus cualidades a destacar. Y en segundo lugar porque, por este y otros motivos (mucha competencia), tuvo que aprender a reposicionarse en el campo, ocupando una posición más centrada, por detrás de Lewandowski. Personalmente, reconozco que, supongo que como Ancelotti, esperaba que el hecho de centrar su posición, con extremos que verdaramente lo fueran (Ribery, Robben, Coman...) le podría permitir entrar mejor de 2ª línea por cualquier parte del área y que eso lo llevaría a unas cifras goleadores aún mayores. Se ve que tanto Carlo como un servidor nos equivocamos de pleno. Sus registros goleadores cayeron por debajo de los 10 goles/temporada (9 goles en total en aquella temporada). Sin embargo, un nuevo Müller surgió. El Müller asistente. Un Müller que ya existía pero que, por los goles anotados, quedaba menos a la vista. Además, sus formas y maneras sobre el campo nunca dieron para un vídeo de YouTube tipo "greatest skills". Si hay alguien que se aleja radicalmente del concepto de "fútbol de salón" es Thomas Müller. Es la antítesis del "Joga bonito". Eso es algo que ni el fan más irracional del alemán puede negar. Dista mucho de ser Ronaldinho. Pero, aprovechando la mención, resulta que el brasileño, en 695 partidos, repartió 166 asistencias. Thomas Müller, en 556, lleva 187 asistencias. No sé como lo hace, ni puedo negar la existencia del debate sobre si sus números superan a su calidad. Lo que es innegable es que para un goleador (no dejemos de lado que, además, lleva 211 goles en su carrera), estas cifras de pases de gol son una auténtica locura.
Y aquí reside la diferencia entre un jugador que realmente vale para todo y aquel sobre el que se utiliza esta misma expresión como un mero eufemismo. Hay jugadores que, sin ser un malabarista del balón, tienen números de estrella y otros que, los pongas dónde los pongas, no rinden porque no sólo no son eruditos del control del balón, más bien es que no valen para esto. Con Thomas Müller, las dudas sobre el grupo al que pertenece, como se puede observar en este cuadro, se disipan a golpe de números. Por lo tanto, cuando nos planteamos si es un jugador ¿SOBREVALORADO? me parece de justicia reconocer que, aunque no sea un futbolista con el mejor toque de balón que se haya podido ver sobre un terreno de juego, sus números, lejos de tratarse de cifras de un futbolista sobrevalorado, más bien se trata de estadísticas de jugador infravalorado, a tenor de las críticas recibidas. Te gustará más o menos, pero decir que estos números son de un mal futbolista no es una crítica acorde a la realidad.
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