Hoy vamos a incluir a Martin Odegaard entre los miembros de nuestro selecto grupo de CUMPLIENDO OBJETIVOS. La verdad es que no es una decisión exenta de debate. Para muchos, se trata de un 'golazo por la escuadra' que le metieron al Real Madrid. Uno de esos jugadores con una gran campaña de marketing. Una campaña muy superior a su propio nivel futbolístico.
Cuando Odegaard llegó a Madrid, lo hizo como el futuro mejor jugador del mundo, al que todos seguían, y al que solo el Real Madrid habría conseguido convencer. Tras arduas negociaciones en las que se entrometieron equipos como el Bayern o el Manchester United. Vamos, lo normal para un chaval noruego de 16 años. Entre dichas negociaciones, hubo que incluir clausulas absurdas como la de entrenar con el primer equipo siempre, independientemente de si ese fin de semana iba a jugar con los mayores o con el filial. Al final, porque tiene 16 años y porque viene de Noruega (que no es precisamente Brasil en lo que a sacar grandes futbolistas se refiere, y es el nivel de liga que es) su nivel estaba más a la altura del filial que del Real Madrid...compañeros con los que no entrenaba. Además, de cara al club, había una necesidad insana de que jugase, aunque fuese en el Castilla, lo que enrarecía el ambiente sobremanera en el vestuario del filial. Todo un cúmulo de despropósitos que parecían intentar arreglar el despropósito anterior provocando uno mayor. En esto que alguien puso cordura y dijo: "Visto lo visto...¿por qué no lo cedemos?". Primer paso correcto.
Ahora venía la difícil cuestión: ¿A dónde?. En España no lo querían los equipos que, a ojos del Real Madrid, podían ser beneficiosos para el desarrollo del futbolista, y fuera de España, los equipos que sí tenían un nivel de profesionalidad mínimo para poder desarrollar a un jugador como Odegaard, y además estaban interesados en el chaval, competían en ligas de un nivel inferior. Quizás demasiado inferior. Y entonces apareció otra voz que dijo lo que había que decir para seguir avanzando en la dirección correcta: "El jugador es lo que es. Y no va a ser lo que queremos que sea, sólo porque nos empeñemos en ello. Para que alcance su potencial (sea o no el que nosotros esperamos) habrá que ponerlo a competir a su nivel actual, no al nivel que nosotros queremos que llegue". De este razonamiento surgió su cesión al Heerenveen holandés. Equipo de media tabla, más pendiente de la parte baja que de la parte alta, pero en una primera división europea de cierto prestigio y con cierta historia (es cierto. No es Inglaterra, Italia, España o Alemania. Pero es que como esas cuatro sólo están esas cuatro). Todo esto, después de tres años en el Castilla en los que el empeño por hacerlo jugar en el primer equipo mediante un ascenso directo desde el filial, sumado a las condiciones contractuales (absolutamente tóxicas en mi opinión) del chaval, provocaron que Odegaard perdiera más de lo que ganó. Porque ganar, salvo dinero, no gano nada. Y perder, perdió sus 16, 17 y 18 años. Unos años en los que los minutos son fundamentales, sí. Pero más importante aún es que el entorno y el ambiente de esos minutos sea natural, no artificialmente forzado por una decisión de la directiva. Odegaard entrenaba con unos compañeros y jugaba con otros. Con los que entrenaba, lo trataban como a un niño (igual, no sé, soy yo, llamadme loco por pensar que con 16 años se es un niño), y con los que jugaba no lo querían ni ver por ser la "estrellita". El que viene aquí a jugar con condescendencia con nosotros porque cobra más que todos nosotros juntos y entrena con Cristiano Ronaldo. Un ambiente nada hostil y de lo más favorable para el desarrollo de una persona, en general.
Entonces, Heerenveen. Muy bien. Allí llegó, intentó jugar, se intentó adaptar...pero llevaba tres años perdido y sin saber que, en realidad, se ha de jugar con más intensidad de la que se entrena y no al revés. De nada sirve entrenar al 120% si luego se juega al 60%. Y, si lo pensamos fríamente, es lo que el Real Madrid le estaba enseñando a Odegaard al entrenar con jugadores de primera división y candidatos a ganarlo todo, para acabar jugando los sábados/domingos en campos de 2ªB. Además de tratarse de tipos de fútbol distintos, la preparación que existe en la élite no existe en 2ªB y eso se nota sobre el campo. El caso es que Odegaard, durante esos dos años, cambió "el chip" y fue, progresiva y lentamente, ganando en capacidad competitiva. 14 partidos el primer año, 24 el segundo...pero sólo dos goles y cuatro asistencias en dos temporadas para un mediapunta, teóricamente, decisivo. Sin embargo, dada la edad del chaval, me quedo con el dato: de 14 partidos a 24. Ya con 24 partidos como titular en la Eredivisie, parece que la maquinaria quiere echar a andar. Es aquí cuando os pido, encarecidamente, que dejéis de ver a Odegaard como un futuro Balón de Oro, y lo veáis con los ojos con los que se mira a un Brais Méndez o a un Diego Lainez. Por favor, olvidémonos de su historia, lo que costó, lo que se vendió que llegaría a ser, etc... y quedémonos con el jugador que es hoy. Sin este ejercicio, es absurdo hablar de otra cosa que no sea un fiasco. Y creo que eso se ajustaría menos aun a la realidad. Porque, además, la siguiente temporada a las dos transcurridas en el Heerenveen, es la actual. Y su temporada en el Vitesse, con 31 partidos en los que ha anotado 8 goles y ha repartido 11 asistencias, ha sido mejor que la de los otros dos anteriormente mencionados. Desde luego, sin entrar a discutir las diferencias de nivel entre ligas, lo que no se puede negar es que ha hecho mejores números. Tanto como para llamar la atención del Ajax, equipo que ya ha llamado a Concha Espina, al parecer, para interesarse por la situación del noruego.
En conclusión, creo que no puedo sino respetar a aquellos que quieran seguir pensando que el batacazo que se metió Odegaard al llegar a Madrid fue de tal magnitud que no se puede levantar. Y la tengo que respetar es una lectura de un hecho innegable: con Odegaard las cosas se han hecho muy mal en un primer momento. Lo que quiero explicar con este artículo es que el tiempo pasa, y que con esa edad, la ventaja es que hay tiempo para equivocarse y volver a empezar. Y el difícil ejercicio de salir del bucle que ha hecho Odegaard me parece digno de mención. Ese bucle de que como cada vez queda menos tiempo me pongo un reto mayor, más presión, tengo que hacer en una temporada lo que no he hecho en tres, etc... Podríamos decir que Odegaard ha hecho suyo ese refrán típico español: "Vísteme despacio, que tengo prisa". No sé hasta dónde llegará pero, después de lo vivido en sus primeros años de profesional, me parece el método más seguro para continuar con su desarrollo y proyección. Y por eso creo que se merece su entrada en esta sección.
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