¿Qué podemos decir, que no se haya dicho ya, de Paulo Dybala? Poco o nada vamos a añadir sobre lo que ya se sabe acerca de este jugadorazo de nivel mundial. Lo que no quita para reflejar una serie de datos que demuestran hasta dónde podría llegar y, por el contrario, dónde se queda cuando, por culpa de terceros, no le dejan hacer su trabajo...
El 'blandito', el 'tiernito' como lo llaman en Argentina. Un segundo delantero con tanto gol como los mejores '9' del momento, pero con una visión de juego, una movilidad y, sobre todo, una velocidad endiablada. Es un futbolista rapidísimo, aunque al verlo jugar, por la clase que tiene y por su capacidad para regatear en corto, no sea uno de esos jugadores a los que ves alardear de su capacidad para realizar largas y vistosas galopadas superando rivales. Pero, de verdad que, cuando echa a correr, muestra una velocidad a la que pocos pueden dar caza. Golpeo de balón, tanto a la hora de pasar como a la hora de tirar a puerta, es uno de los futbolistas más peligrosos de la Serie A en cuanto a lanzamientos de falta y golpeos desde media distancia en general. Dicho todo esto, si a mi Dios me hubiese puesto antes de nacer la decisión sobre la mesa de aceptar estos dones a cambio de que en Argentina me llamen 'tiernito', habría firmado antes de dejarle terminar de hablar.
Dicen que está verde, que le falta dejar de parecer el niño que acaba de hacer su primera comunión y que no es capaz de hacer daño a nada ni a nadie. Pero detrás de esa apariencia se esconde un futbolista como pocas veces se ha visto a lo largo de la historia. ¿Es difícil coincidir con Messi? Sí. Sobre todo si juegas en su posición. ¿Es difícil coincidir con Cristiano? Más aún. Porque el portugués aparece por dónde a él se le antoja, sin ningún tipo de rigor táctico, lo que supone un reto inalcanzable para aquel que deba atacar los espacios que no ocupe el delantero referencia. Ya es difícil atacar los pocos espacios que dejan las defensas italianas, como para encima tener que hacerlo mientras estás pendiente de dónde ha decidido la estrella de turno situarse esta vez. Normal que ex-futbolistas como Marco Tardelli se den cuenta de esta situación y reflejen, de un modo políticamente correcto, esta realidad: "Algunos jugadores sufren con Cristiano; Dybala es uno de ellos." Siendo la falta de galones, tanto en su equipo como en la selección, otro de los argumentos argentinos para criticar a Paulo. Pero, en este caso, tengo la sensación de que estamos viendo lo mismo desde dos ópticas distintas. Mientras la crítica se ceba con la idea de que un jugador de su calidad no puede ser incapaz de asumir ciertas responsabilidades, yo veo que, lo que no es normal es que un jugador de su edad tenga esa capacidad para jugar al fútbol y resolver como resuelve ciertas situaciones. Ahora mismo, con 25 años, se encuentra sentado en un banquillo por culpa de Messi y en otro por culpa de Cristiano. Mi compañero dijo una vez: "Cuando alguien piense que compartir vestuario con Cristiano y con Messi debe ser lo más que un futbolista puede pedir...que le pregunte a Dybala". El problema de hoy viene arrastrado por las críticas del pasado que sirvieron de "etiqueta" para no volver a confiar en el argentino a la hora de darle galones. Pero ¿alguien ve justo que a este chaval se le diera el '10' de la Juventus y la titularidad en Argentina cuando no jugaba Messi y, en ambos casos, se le dijera, en cada encuentro, con 22 años: "Arréglame el partido"? ¿De verdad soy el único que ve una gran injusticia ahí? Porque M'Bappé la preparó en la vuelta de Champions contra un United desguazado, siendo incapaz de resolver más de un mano a mano contra De Gea, y todo el mundo echaba la culpa de aquello a las ausencias de Neymar, Cavani, y a la nefasta gestión de Tuchel. No recuerdo a nadie llamar 'blandito' o 'tiernito' a M'Bappé tras aquel partido.
Y quizás su mayor problema sea haber coincidido en posición con Messi. Porque lo de Cristiano se veía venir desde que el portugués anunció su acuerdo con los bianconeros. Los números hablan por sí solos: En el caso de Suarez, sin Messi, 36 goles con el Liverpool. Con el argentino, 59 en la temporada 15/16. Neymar Jr. está en unos 20 goles por temporada desde que llegó a París, habiendo superado los 30 en su etapa azulgrana. Por contra, Benzema ha recuperado sus 30 goles por temporada (en una temporada horrorosa para el Real Madrid) en cuanto el portugués ha salido del club. La última temporada de Cristiano y Benzema juntos acabó con 12 del francés en todas las competiciones, siendo 5 goles en 32 partidos sus números en LaLiga. Algo parecido ocurre con Dybala. Sus 26 goles del año pasado se han convertido en 10 (5 en Serie A y 5 en Champions) esta temporada jugando junto a Cristiano Ronaldo. Todo dicho.
Con todos estos datos en la mano, no me parece de recibo juzgar a un futbolista como Dybala. Ni para bien, ni para mal. Simplemente no hay cifras que puedan servir como reflejo de nada dado el tamaño de los galones que gastan Messi y Ronaldo. ¿En Argentina no juega porque es malo? No. No juega porque está Messi. ¿En la Juventus no marca porque es malo? No. No marca porque está Ronaldo, que tiene que rematarlo todo. Y puede ser que yo esté equivocado, y que cuando con 27 años se ponga al frente de un grande de Europa que de verdad confíe en él, me encuentre con una decepción mayúscula. Pero, sinceramente, sus 26 goles del año pasado jugando por detrás de Higuain o Mandzukic creo que merecen un voto de confianza, por mínimo que sea.
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