Durante estos días hemos presenciado uno de los incidentes más bochornosos en la historia del fútbol. Y por mucho que se me puedan echar encima, no hablo de las pedradas al autobús de Boca Juniors por parte de la hinchada de River. Hablo de como una organización creada para la toma de decisiones se ha pasado más de un mes cambiando de parecer en cuestión de horas...sencillamente lamentable...
Me gustaría empezar dejando claro que, cuando digo que no me refiero a las pedradas, lo que quiero decir es que el hecho de apedrear un autobús de un equipo de fútbol no me parece (desgraciadamente para este deporte) lo más fuerte que se pueda ver hoy en día en un campo o sus alrededores. Porque cafres y gente que quiere que otros reciban la misma pedrada que a ellos les dieron de niños hay por todas partes. Insisto, por desgracia. Pero tildar a la afición de River Plate de ser más violenta, energúmena o cafre de lo "habitual" en Argentina me parece exagerar. Y en el caso de la afición de Boca, concretamente, me parece que es querer darle la vuelta a la tortilla. Pero bueno, eso entra dentro también de la opinión personal y, sinceramente, entrar en el debate sobre que afición es más condenable por sus actos me parece un debate estéril. Porque no es un tema de que como tus aficionados son más violentos que los míos tu tienes la culpa (argumentario de Boca para intentar ganar la final de una Copa Libertadores en los despachos, ahí es nada...). El problema es la violencia en sí, en todos sus grados y formas de expresión dentro del entorno cercano al fútbol. Y a la situación a la que ha llegado Argentina se llega cuando los comportamientos "menos violentos" los toleras porque hay cosas más "gordas" de las que preocuparse. Que evidentemente es así, que si un tipo saca una pistola en medio de la grada cuando se están pegando 50 contra 50, hay que reducir primero al que lleva un arma de fuego, no cabe duda. Pero que un desgraciado saque un arma de fuego en una grada no legitima que se estén pegando 50 contra 50. Que una pedrada no reviente el cristal de un autobús no es un acto que no se deba perseguir porque otra piedra sí lo haya conseguido. Y la sensación de desbordamiento que transmiten las autoridades argentinas va por ahí. Da la sensación de que si tiras una piedra pequeña y no le haces nada al autobús rival, no pasa nada. Y diréis: "No, hombre, sí que pasa. Cualquier intento de agresión, se consiga consumar o no, es perseguido". Y yo os pregunto: cuando se espera a la salida a los jugadores de un equipo (rival o propio) para llamarlos de todo, desde un estado de agresividad e ira en niveles claramente incontrolables, ¿se persigue? Porque sé a ciencia cierta que no. Y en muchos casos queda patente por el estado del agresor que la distancia entre la agresión verbal y la posible agresión física puede no ser más que devolverle la mirada por parte del jugador. Pero como no ha pasado nada...pues da igual. Hasta que pasa.
Luego tenemos a figuras como Darío Benedetto diciendo a los que están apedreando el autobús. "Sos de la B". ¿Se puede tener menos sentido común que alguien que, mientras es apedreado, intenta calmar a una muchedumbre enfurecida y fuera de control con expresiones despectivas hacia esa muchedumbre? Yo no lo entiendo. Sal al campo, mételes un gol, dos o 5 y celébralo como quieras. Pero no intentes encender una mecha que: Primero, ya está encendida. Segundo, queda muy poquita. Pero bueno, el caso es que apedrearon el autobús de Boca Juniors, algo absolutamente condenable y que debe ser erradicado de cualquier ámbito de la vida, pero que desgraciadamente está muy presente en el fútbol. y, como digo, en el fútbol argentino, más aun. El autobús apedreado, Pablo Pérez al hospital porque al romperse la lunas del autobús, entró en el mismo el gas pimienta que lanzó la policía para dispersar a los cafres que decían ser de River, y Carlos Tévez saliendo a hablar con la prensa como capitán a decir que así no se podía salir al campo a jugar. Hasta aquí estamos de acuerdo. Incluso estoy de acuerdo con la reacción de River como club al demostrar señorío y salir en defensa de Boca. No olvidemos que si River no llega a negarse a jugar hasta que Boca dijera, River Plate habría salido al campo a recibir su Copa Libertadores por incomparecencia del rival. Porque la Conmebol (que al final va a resultar que un chaval de 17 años de Santos los definió a la perfección. Más con el tono que con las palabras, pero a la perfección.) no vió pruebas físicas suficientes como para suspender el encuentro, y retrasó el inicio del mismo una hora. Una hora. Hay un futbolista camino del hospital, media plantilla de Boca vomitando por culpa del gas pimienta...una hora. Sin palabras. Luego fueron, dos. Después, al día siguiente a la misma hora. Para finalmente suspenderlo indefinidamente. Eso es una organización con mano dura. Si señor. Una organización que no se doblega ante nadie y que, sobre todo, mira por los componentes de su federación. Vaya ridículo más grande el que ha protagonizado la Conmebol. Y todo por forzar que se jugase un partido que no se debía jugar ese día. Porque a los aficionados al fútbol que no vivimos en Argentina, ni siquiera en Sudamérica, nos han tenido tres tardes esperando delante del televisor para nada. Cierto es que un día fue por motivos climatológicos. Pero lo de la vuelta no tiene nombre. Vaya capacidad de organización buena. Visto lo visto, demasiado bien acabó el mundial de 2014.
Por otro lado están los clubes. River Plate, por mucho señorío que quiera demostrar ahora, dejó sin poner una vaya de madera que se pone en cada visita de Boca para que los energúmenos que se acercan por allí con piedras todos los fines de semana, no vieran cuando pasaba el autobús. Esa vaya se pone siempre. Menos en esta ocasión. ¿por qué? ¿a lo mejor porque la ocasión requería de un poco más de presión y tensión sobre el rival? Pues de tanto tensar, la cuerda se rompió y ahora no queremos tener culpa de nada. Aun así, dentro de lo no justificable de los errores cometidos, lo cierto es que la actitud de River tras los incidentes ha sido bastante ejemplar. Insisto, si tras el primer parón de una hora, River no dice nada y salta al campo sin que Boca lo haga, hoy River sería campeón de esta Copa Libertadores. Y no lo hicieron. Con el acuerdo de todo el club (desde jugadores a presidencia) se decidió que esta final se debía ganar el campo. Más aun después de lo ocurrido. Es una actitud digna de reconocer. Lo que ya no está tan bien es la actitud de Boca. Siempre desde mi opinión. Pero tras entender que Boca ha sido el agredido y que, evidentemente ("Benedettos" a parte) no es culpable en ningún caso de recibir dicha agresión, la reacción posterior a mi me ha demostrado una falta total de valores como el honor o el espíritu de lucha. Porque, entre otras cosas, es de bien nacidos ser agradecidos, e intentar que no se juegue la vuelta y que la Conmebol sancione a River para ganar la Copa en los despachos...eso no se hace. Menos aun cuando River pudo haberla ganado también sin jugar y se negaron. Queda feo actuar de ese modo. Aunque la reacción de River no se ha hecho esperar y, en la misma línea de señorío y saber estar, han contestado que, puestas así las cosas, que le den la copa a Boca. La afición de River no quiere saber ya nada más del partido de vuelta ni de esta edición de la Copa Libertadores. Y eso muestra claramente la actitud que tiene cada uno y los valores que a cada uno acompañan. Y es por todo esto por lo que el origen de este "quilombo" pasa a un segundo plano. Porque las pedradas a un autobús de fútbol, como los insultos y agresiones a los árbitros o las peleas de padres de niños en las gradas son, lamentablemente, un cáncer muy difícil de extirpar para el mundo del fútbol. El cafre nace cafre y muero bruto. Y si por cada 10 personas hay 1 cafre, por cada 50.000 hay 5.000 cafres. Y 5.000 cafres concursando a ver quién hace la más gorda es imposible de contener. ¿Han apedreado el autobús de Boca? Sí. ¿Eso está mal? Mal no, fatal. Condenable. ¿Ese ha sido el problema? Me niego a admitir que ese haya sido el "grueso" problema. El problema es que dos equipos que hasta ahora no se podían ni ver, ahora ni siquiera se quieren ver. Y quién tiene que poner orden, tomar decisiones y marcar el rumbo está más pendiente de patrocinios, televisiones y el espectáculo que de ser realmente un faro de referencia para estas difíciles situaciones. GRACIAS CONMEBOL POR DEJARNOS ESTE AÑO SIN CAMPEON DE LA LIBERTADORES.
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