Hoy quiero hacer un artículo de rectificación sobre un futbolista al que, por motivos meramente futbolísticos, siempre he criticado. Siempre me ha parecido un jugador con poco recorrido en este deporte, más allá de lo conseguido en su primera etapa en el Celta, y que al ser juzgado por los estándares habituales, el tiempo me dio la razón: jugador para equipos "humildes" que parece que hace mucho porque está en equipo "humilde". En cuanto sale a un grande, no hace nada. Sin embargo, lo que ha hecho estos tres últimos años en el Celta me obliga a parar y reflexionar. Veamos porque...
Empecemos por analizar su trayectoria. Canterano del Celta de Vigo, pasó casi toda su carrera en el conjunto vigués. No subió al primer equipo hasta cumplir los 22 años, lo que suponía ya una necesidad de ir dando los pasos algo más rápidos que el resto de jóvenes promesas...¡y encima en Segunda División!. Un reto tan grande para un jugador que, a pesar de su calidad, las perspectivas fueron puestas a un nivel más acorde a sus circunstancias de debut. Es decir, un chaval de 22 años, que en el mundo del fútbol ya no es tan "chaval" a esa edad (sin más, el caso de Asensio que, a esa misma edad, está siendo sometido a debate público sobre si debe tirar del carro del Real Madrid o no. Ejemplo suficientemente gráfico), que debuta en Segunda División...con que llegue a ser titular del Celta, subir con el equipo a primera y salir en dos o tres videos de "mejores momentos de la temporada", suficiente. No existían argumentos futbolísticos que hicieran pensar en una carrera que llegase mucho más lejos. Sin embargo, el talento y el fútbol no suelen hacer mucho caso a previsiones de ningún tipo. Y en este caso, la paciencia que tuvo el Celta a la hora de formar al joven futbolista tuvo su recompensa, aunque no desde la primera temporada, en la que terminó el curso con 5 goles y 1 asistencia. Pobres datos para un jugador que parecía, en ese momento, dirigido sin remisión hacia el destino que antes comentábamos. Poco más que a jugar en el Celta y ya veremos por cuanto tiempo. Y no fue hasta la temporada 12/13, coincidiendo con el ascenso del Celta y su debut en Primera División, cuando Iago Aspas demostró que había nacido para jugar con el Celta en Primera. 12 goles y 6 asistencias en su primera temporada en la élite. No está nada mal. Cierto es que no era ningún descubrimiento para la afición celtiña que venía de verlo marcar 23 goles en Segunda en su último año.
Con estos números, y a la edad de 26 años, el Liverpool puso sus ojos en él. Y es aquí dónde empieza el periplo del bueno de Iago hasta descubrir que su felicidad y su vida en general estaban en Vigo. Entre Liverpool y Sevilla, en dos temporadas, sumó 11 goles. Uno menos que en su primera temporada con el Celta en la élite. Datos suficientes como para sentarse a ver que estaba pasando. Y lo que pasaba es que Iago es uno de esos futbolistas que necesitan que todo lo externo al verde funcione como un reloj suizo para que esa tranquilidad y seguridad se reflejen sobre el campo en forma de grandes actuaciones. Así, a bote pronto, me vienen a la cabeza casos como el de Asier Illarramendi, un grandísimo centrocampista que ha demostrado no poder alejarse de Mutriku más allá de una concentración o viaje concreto. Siempre con billete de vuelta en la mano. Y es que, cada uno, pone su propia felicidad dónde le da la gana. Y en el caso de algunos futbolistas como es el caso de Iago Aspas, la felicidad tiene por condición innegociable una ubicación geográfica. Insisto, entre su etapa en el Liverpool y su etapa en el Sevilla, dos temporadas con 26 y 27 años respectivamente (edad dentro de la horquilla considerada como teórico zénit en la vida de un jugador de campo) anotó 11 goles. Cuando volvió al Celta, con 28 años, hizo 18 goles y 5 asistencias. Y 26 goles/8 asistencias al año siguiente, 25/5 en la temporada 2017/2018, a lo que hay que añadir los 8 goles y 1 asistencia en los 12 partidos que llevamos de liga. Los datos hablan por sí solos.
Y por todo esto, quería acabar el artículo pidiendo humildemente perdón por haber valorado a Iago Aspas desde una óptica un tanto injusta. Porque, a veces, suponemos que en el mundo del fútbol los objetivos, metas o aspiraciones tienen que ser los que tienen que ser. Jugar en Real Madrid, FC Barcelona, Bayern Múnich o Liverpool, ganar la Champions League, el Mundial, el Balón de Oro, etc...y con esas aspiraciones como únicas lógicas nos olvidamos de futbolistas como Aspas, Illarramendi o Matthew Le Tissier, mítico jugador del Southampton FC quién defendió esa actitud de One Club Man con las siguientes declaraciones: "Jugar en los mejores clubes es un bonito reto, pero hay un reto mucho más difícil. Jugar contra ellos y ganarles. Yo me dedico a eso." Y si bien es cierto que Aspas no puede decir lo mismo dado que sí ha querido probar en equipos de mayor prestigio, lo cierto es que la frase de Le Tissier demuestra que existen motivaciones poco usuales en este deporte que pueden marcar mucho la carrera de futbolistas, y llevarlas por caminos, a priori, poco o nada previsibles en virtud de la calidad y potencial del futbolista. Con esto, lo que quiero concluir es que Iago Aspas ha sido visto desde mi perspectiva como futbolista muy limitado en vista de sus números y resultados, que era un futbolista que no valía para jugar en los más grandes de Europa. Pero una vez visto su rendimiento de estos tres últimos años y analizadas sus intervenciones tanto en LaLiga como con la selección española (en la cual, lo considero el mejor delantero que tenemos a día de hoy), creo que fue un error por mi parte presuponer que el propio Aspas quería valer. O mejor dicho, presuponer que las circunstancias de la persona le iban a permitir demostrar si valía o no. Porque lo que está haciendo en Vigo bien sirve como muestra de que, sea por lo que sea, Iago Aspas no triunfó fuera de la ría...pero es un jugador que, futbolísticamente, tiene argumentos suficientes para jugar en un grande de Europa. Y sin querer abrir debate, igual para el Barcelona, Madrid o Bayern, no. Pero es que para esos tres equipos, ¿quién vale? es indiscutible afirmar que en las tres plantillas, a día de hoy, hay jugadores que no valen para esos clubes. Pero si quitamos a los tres gigantes (incluyamos si queréis a la Juventus) no veo ningún delantero en ninguno de los equipos históricos y fuertes de Europa con más argumentos para triunfar de los que pueda tener Iago Aspas. Dicho todo esto, parece obvio que la respuesta a la pregunta de la sección es: NO. Pero además un NO rotundo. Es más, teniendo en cuenta que todas las cuestiones referentes a su rendimiento hay que analizarlas desde el punto de vista de un jugador que no está cómodo fuera de Vigo, si nos quedamos únicamente con su rendimiento vistiendo la elástica del Celta, igual podríamos hablar incluso de un jugador un tanto infravalorado.
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