viernes, 14 de septiembre de 2018

ANDREI ARSHAVIN, EL ZAR QUE NO QUISO REINAR.


Si hablamos de un futbolista ruso especialmente bueno, sobre todo si se es de Vigo, lo primero que viene a la cabeza será la figura de Mostovoi, pero los más jóvenes seguro que se acuerdan de otro ruso que en el año 2008 amenazó el trono del jugador celtiña de manera más que peligrosa.



En el año 2008, España estaba completamente obnubilada, a punto de empezar un ciclo glorioso con la Selección y ojipláticos ante la hazaña que el Euro-Geta estuvo apunto de lograr, emulando a aquel gran Alavés. Sin embargo, en otra parte del mundo fue la eclosión de una generación de leyenda y que amenazó Europa al más puro estilo de lso inicios del S.XX. No consiguieron refrendar las expectativas generadas, pero ese Zenit y esa selección de Rusia dio gusto verla jugar al fútbol, y ambas comandadas por su particular estrella: Andrei Arshavin.

Arshavin nació en Leningrado, hoy conocida como San Petersburgo, allá por el año 1981. Abandonado por su padre a los 4 años, fue criado por su madre. Con 19 años, en 1999 ingresó en el juvenil del Zenit para jugar en la tercera división. Tras su buen hacer ese año, dio el salto al primer equipo en el 2000. Andrei se había destacado por saber jugar en varias posiciones, pero en su primer año adelantó su posición principal desde el mediocentro hasta convertirse en segundo punta, pasando por extremo. La verdad que dieron en el clavo al hacerlo jugar de segundo punta.

Desde bien pronto, la capacidad de asistir a sus compañeros se convierte en una de las armas más poderosas del Zenit. No había resultados y su capacidad goleadora se resentía ligeramente, pero las bases se estaban poniendo. No fue hasta 2003 cuando ganó su primer título: la Copa de la Liga Premier de Rusia. Esto fue un punto de inflexión en la carrera de Arshavin. Los siguientes años el rendimiento del ruso se disparó. Pasó de ser un gran asistente a ser el jugador más completo del Zenit. Números constantes y en torno a los 10-12 goles y las 15-17 asistencias por año ubican al Zenit como un fijo de la Copa de la UEFA y como un serio candidato a la Liga Premier de Rusia.

Esa Liga Premier llega, por fin, en 2007. Se trataba del primer título liguero del Zenit desde la Liga de la URSS conseguida en 1984. Arshavin era ya una realidad. Era el máximo exponente de una generación rusa de mucha calidad y que empezaban a incomodar en Europa, máxime habiendo Euro al año siguiente. 

En 2008, la confirmación. El Zenit, con Shava a los mandos, consigue la Supercopa de Rusia, la Copa de la UEFA tras dejar al Bayern en la cuneta (4-0 le metió en Rusia a Ribery, Luca Toni, Lahm, Schweinsteiger, Kahn, Klose y compañía) y por supuesto, la Supercopa de Europa contra el Machester United de Cristiano Ronaldo (hay que recordar que en aquella época la liga Rusa iba de febrero a octubre, no como ahora, de ahí el descuadre de títulos ganados el mismo año). Con su selección, hicieron una Eurocopa memorable, se quedaron a las puertas de la final tras perder contra España en semifinales, siendo Shava uno de los mejores jugadores del torneo.

En febrero de 2009, Wenger lo fichó, y aunque Arshavin dejaba luces y sombras, la realidad es que nunca se adaptó a Londres. Una mala alimentación (le empezaron a llamar el Zar de las hamburguesas) y un estado físico en entredicho no consiguieron mermar la calidad del ruso ni privar a los seguidores del Arsenal de jugadas y actuaciones increíbles, como aquellos cuatro goles en Anfield Road, pero su rendimineto era insuficiente tanto para la expectativa generada como para el dinero invertido. La gran presión hizo que su rendimiento, ya escaso per se, fuera cayendo hasta que en febrero de 2012 fue cedido al Zenit hasta final de temporada.

La vuelta a casa supuso un pequeño despertar, ganó su segunda Liga Rusa en la que contribuyó con 3 goles en 10 partidos, un rendimiento algo escaso para el jugador que podría haber sido. No obstante, el Arsenal le tuvo un último momento de fe y lo recuperó para la campaña 2012-2013, y aunque no estuvo mal en lo que se refiere a fútbol mostrado, para un jugador de esa dimensión el rendimiento fue más que escaso: 11 partidos y 1 gol anotado. En abril de 2013, Wenger anunció que el club londinense no renovaría el contrato a Shava.

Volvió a casa, al Zenit, el otrora mejor jugador ruso sobre la faz de la tierra se había convertido en un incordio para entrenadores de grandes equipos y a pesar de conseguir una tercera Liga para su palmarés personal, no conseguía levantar el vuelo. Lo jugó practicamente todo durante dos años en el Zenit, pero sus números se resentían: 6 goles en 55 partidos. El Zenit se deshizo de Shava, hundiéndolo más, si cabe, en esa espiral de tormento y mal rendimiento.

El Kuban Krasnodar se hizo con sus servicios en julio de 2015, pero tras 9 encuentros y no anotar ni un sólo gol, ambas partes rescindieron el contrato en febrero de 2016. Tras un mes sin equipo, el bueno de Arshavin puso rumbo a Kazajstan, donde firmó por el Kairat Almaty en marzo de 2016, donde sigue jugando ahora, y sí, aunque sea un fútbol menor, Shava ha recuperado la sonrisa y el Kairat empieza a ser un fijo en las clasificaciones para la UEFA Europa League, pero ya con 37 años, el final se acerca, y me atrevería a decir que Arshavin es historia.

A pesar de tener un bajón de rendimiento tan bestial cuando salió del Zenit por primera vez, su promedio goleador se mantiene en un sorprendente 0,23 goles por partido. Anotar 158 goles y haber disputado más de 700 partidos habiendo visto como se dejó físicamente nos habla de la magnitud que pudo haber tenido este futbolista. Arshavin era la magia de una selección rusa que no ha vuelto a tener alegría desde 2008. Arshavin era el rey de una generación maravillosa que enamoró a todo el mundo del fútbol. En 2008 todos fuimos un poquito del Zenit.

Shava tenía el mundo a sus pies y la gloria en la palma de la mano, pero no quiso cerrar el puño, y se le escapó entre los dedos. Y así recordamos a uno de nuestros jugadores favoritos en su día, un jugador diferente a los demás rusos, sin duda, lo mejor desde Mostovoi y con permiso de Golovin, jugador del que esperemos no tener que escribir esto mismo dentro de unos años. 


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