sábado, 14 de abril de 2018

DIMITRI PAYET, ¿LA LEY DEL MÍNIMO ESFUERZO?



Cuando hablamos de alguien en esta sección, normalmente, ponemos a jugadores que tienen el síndrome de Ícaro e intentan volar demasiado cerca del sol y se queman, pero hoy traemos a ese otro tipo de futbolistas de los que piensas igual "¿Qué haces tu aquí?" pero no porque no de el nivel, si no todo lo contrario. Da la impresión a todas luces que el equipo en el que juegue se le queda pequeño.



Si bien es verdad que a Payet sólo le hemos visto destacar de manera sobresaliente en una Euro y este año en UEFA Europa League, creo que todos tenemos bastante claro que no se entiende que juegue en el Olympique de Marsella. Es cierto que el OM no es un mal equipo pero tampoco un primera línea, y el 90% de las opciones que tiene de ganar esta Europa League son, en gran medida, culpa de Payet.

No voy a entrar en si Payet es más o menos conflictivo, o cómo puede ser como persona, creo que es un debate que no procede y también creo firmemente que hay gente que le tiene mucho asco por lesionar a CR7 en la final de la Euro 2016 y que no se han parado a verle jugar al fútbol, pero sí voy a entrar a dar unos motivos, evidentemente subjetivos, de por qué un jugador que podría jugar en cualquier equipo del mundo, decide tener una carrera tan 'discreta'.

Al bueno de Dimitri, la desmotivación y la indiferencia le han acompañado desde pequeñito. Ya en el Le Havre, donde jugó con Hoarau y Sinama-Pongolle, se le acusaba de tener un carácter difícil y que no se le veía muy motivado, pero no fue hasta el 2005, en Nantes, cuando se le puso la etiqueta que le acompañaría el resto de su carrera, en palabras de su entrenador en los reservas del Nantes: "Un muy talentoso jugador a pesar de su natural indiferencia". Tras recibir su primer contrato como profesional se quedó en el Nantes, donde también demostró pinceladas de un Payet que se revoluciona en exceso cuando las cosas no salen como el quiere y acaba en al calle, al más puro estilo Guti o Zidane. Los genios suelen ser complicados.

Tras estar en el Saint-Etienne desde 2007, en 2011 aparece su mejor y mas motivada versión para mejorar aceptando una oferta de Lille, reciente campeón de la Ligue1, y Payet tendrá la oportunidad de jugar en la Campions League en un equipo que se adapta a las mil maravillas a su estilo de juego. Su buen hacer permite que el Lille quede 3º en su primer año y 6º en el segundo a pesar de multiplicar por dos sus números, y este salto de calidad le lleva al OM, donde empiezan la tibieza y la pereza.

Un primer curso complicado para el francés, y un segundo en el que no consiguen clasificarse para Europa abren las puertas de Payet para buscarse otro equipo y decide buscar una vida mejor en Inglaterra. Aterriza en Londres para ser la nueva estrella del West Ham, y lo consigue, quedando 17º en la lista por el balón de oro de 2016, pero un día decidió que se aburría en Londres y que quería volver a casa. Salió en el mercado invernal de 2017 por la puerta de atrás para volver al Marsella, y este comportamiento puede resumir perfectamente el por qué Payet no ha acabado nunca de despegar.

Dimitri Payet es un jugador absolutamente sensacional. Tiene unas cualidades técnicas al alcance de muy pocos jugadores. Un golpeo de balón espectacular con ambas piernas, sabe regatear bastante mejor que la media, tiene un criterio en el pase sólo comparable al de los mejores de la historia y un saber táctico que en Inglaterra dejó ojiplático a mas de uno. Pero hay un problema... no le da la gana. Es como ese compañero que todos teníamos cuando eramos pequeños que en el entrenamiento lo reventaba y luego en el partido ¡bah! porque se asustaba o ya siendo mas mayorcitos, porque venía de empalme.

En este caso no es por miedo escénico, ni por poca profesionalidad, ni por miedo a las lesiones. Yo pienso, y creo que con poco riesgo de errar, que estamos ante uno de esos futbolistas que o soy el mejor, soy la estrella, el ojito derecho de afición, entrenadores y directiva o aquí va a jugar quien yo te diga, de hecho este año ya es capitán del OM. Cuando lo 'petó' en West Ham le dio vértigo. Romperla de esa forma en un equipo tan modesto te puede catapultar a un United, un City o un Chelsea, pero si quedas segundo con el OM es raro que alguien venga a por ti (entiéndase: es raro que venga alguien a por ti que tenga un nivel que haga peligrar tu status de máxima estrella del equipo), es más cómodo seguir siendo el capitán y el crack del Marsella, donde todo lo que sea ganar es superar objetivos, exigencia prácticamente cero.

Quedar 2º o 3º en Ligue 1 es un éxito en Marsella. Que te eliminen de la UEFA Europa League en semis es perfectamente comprensible y hablaremos de temporadón, volvemos con la exigencia prácticamente cero (Gignac sabe de lo que hablo). Y cuando las cosas iban sobre ruedas.. al pozo; en la final de la Euro2016, después del torneo que hizo y empezó a sonar para Real Madrid, Barcelona, City, Bayern, etc, hizo una final lamentable teniendo que ser sustituido en el 57' cerrando así sus opciones de ir a un grande. Ahora está a un pasito de la final de la UEFA Europa League y veremos su actitud y su motivación, el tiempo da y quita razones. De lo que estoy seguro es que estamos ante otro jugador que siendo un crack, teniendo todo para estar entre los mejores, pertenece a ese selecto grupo fundado por mi compañero de blog: "La cofradía del cable pelao". Y es una pena, porque el francés de 31 años, todavía tiene mucho fútbol.

Por todo esto lo metemos en esta sección de "¿A qué vas tu a Moscú?". ¿Por qué te volviste así a Marsella?, ¿por qué no intentas ser todo lo grande que puedes ser?, ¿por qué te conformas en ser cabeza de ratón?. La ley del mínimo esfuerzo y es una pena, porque eres un jugadorazo como la copa de un pino Dimitri.

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