jueves, 12 de abril de 2018

¿QUE ES UN PENALTI?


Gracias a lo acontecido en la vuelta de cuartos de final de la UEFA Champions League que enfrentó al Real Madrid y a la Juventus de Turín, aprovechamos para explicar algo que parece generar más polémica de la que debería, siendo una regla bastante sencilla y, en mi opinión obvia. En su día, ya escribimos sobre los orígenes de esta norma en el artículo McCRUM, EL PORTERO QUE INVENTÓ EL PENALTY, y si el bueno de William McCrum levantara la cabeza diría: "De verdad que no creo que sea tan difícil de entender". Porque discutir sobre lo que es estar en 'fuera de juego' puede dar lugar a más interpretaciones y más debate, sobre todo cuando se habla de un fuera de juego posicional. Pero hablar sobre una regla tan sencilla, me parece una discusión carente de sentido. Aún así, visto el revuelo generado, creo necesario 'bajar al barro' con esta cuestión.

En primer lugar, lejos de entrar a explicar en profundidad el sentido de esta regla (insisto en que ya lo explicamos en su día en el artículo mencionado anteriormente), sí que quiero definirlo someramente para poder hablar sobre ello. Un penalti es una infracción cometida dentro del área propia, mediante falta realizada a un jugador rival o mediante intercepción del balón con la mano. Todo lo que se sancionara fuera del área con falta, si es dentro del área, es penalti. Ya está, es sencillo. No tiene más. Y alguno dirá: "pero...¿y las cesiones? ¿no se castigan con libre indirecto dentro del área?" sí. Pero las cesiones no se pueden producir fuera del área de ninguna manera por lo que significa, en sí mismo, cometer una infracción por cesión, motivo por el cual la sanción tiene un carácter especial, fruto de la singularidad de la regla. Dicho esto, creo que está bastante claro y cristalino lo que es un penalti. ¿Derribar a un jugador es falta? sí. ¿tocar el balón con la mano es falta? sí. ¿Y si se produce dentro del área? penalti. Y punto. Por tanto, el penalti no es valorable de forma distinta a como se valoraría una falta en cualquier otra parte del campo. Por lo cual, escuchar cosas como: "Es falta, pero no creo que sea suficiente como para pitar penalti" es un sinsentido al que sólo mentes iluminadas y privilegiadas tienen acceso, como Valdano o D'Alessandro (nótese la ironía accediendo a sus artículos individualizados). Es de urgente e imperiosa necesidad erradicar ese tipo de expresiones dentro de este deporte. Bastantes grises tiene ya el reglamento por sí solo como para andemos creando nuevos confusos conceptos. Estos 'creadores' del fútbol como Valdano, D'Alessandro o Guardiola (con su 3-6-1 con dos centrales y sólo un lateral en la línea defensiva) son invitados, desde este humilde artículo, a que se vayan a un bar a inventar nuevas tapas para acompañar a la cerveza. Pero déjennos en paz. Que no hay más fútbol que inventar, que no hay más 'filosofía del deporte' que crear, y que todo lo que sea salirse de la norma, en este caso, es hacer el ridículo. Guardiola, con sus posesiones superiores al 70% parecía haber descubierto la pólvora, pero creo que no dijo nada nuevo cuando habló de que si el balón lo tienes tú, el rival no lo puede meter en tu portería. El ridículo viene de que, si llevas esa idea al extremo (que fue su verdadera 'innovación') y no lo sueltas ni para dejar al rival sacar, tampoco vas a hacer gol tú. Pero me estoy yendo por las ramas. El caso es, que el penalti es lo que es y no tiene más vuelta de hoja. 

En segundo lugar, voy a intentar desmontar todos aquellos argumentos que, por esa irrefrenable necesidad de 'crear', se sacan de la manga estos 'sofistas del fútbol'. Empecemos por analizar la figura del árbitro. Es cierto que, desde el punto de vista del reglamento, no ayuda mucho la falta de diligencia por parte de la FIFA a la hora de atajar cuestiones y llevarlas a negro sobre blanco. Fruto de esa pereza por pensar en como resolver determinadas casuísticas que pueden darse (y, de hecho, se dan) dentro del campo, surgió la idea de "dejar a criterio del árbitro" dichas cuestiones. Fruto, probablemente, del más vago que ande por allí, conceptos como la 'intencionalidad' aparecen reflejados en el reglamento. ¿Y como lo resolvemos? "¡buah! ¿y es que eso no puede hacerlo otro?" pues ahora que lo dices, sí. El árbitro. Convirtiendo, de esa manera, a un señor de vestido de negro (o amarillo, según marquen las circunstancias) en un juez o policía, cuando debería ser perito. Su función real debería ser supervisar y certificar el cumplimiento y no aplicar justicia o hacer que se cumpla. En caso de no cumplirse, deberá sancionar y punto. La FIFA es quién debe tener un criterio e interpretar el reglamento. Pero como no quieren hacer su trabajo, así nos va. Y el problema no es otro que, al final, volviendo al barro, tenemos a un señor siendo observado por más de 200.000 ojos (entre público en directo más televidentes) que, al ser consciente de ello dice: "A MI NO ME VÁIS A PILLAR. AQUÍ SE VA A MOJAR RITA". De este pensamiento surgen conceptos como 'el partido se le ha ido de las manos' o 'no puedes pitar/no pitar eso'. Por suerte, en el tema en concreto que nos ocupa, y volviendo al principio del texto, el penalti es una falta, tan falta como lo sería fuera del área, o tan poco sancionable como tal si ocurriese en cualquier otro lugar del campo. No cabe interpretación. La 'interpretación' que debe hacer un árbitro se ha de limitar a si es falta o no. Si el partido se rompe porque la falta es dentro del área, penalti y supone un gol, es irrelevante y culpa, única y exclusivamente del infractor de la misma. Otra cosa es encontrarnos con un error garrafal del árbitro. Pero eso no puede condicionar una decisión. Los árbitros aciertan y se equivocan como el resto de mortales, pero si ha visto/no ha visto falta, es distinto del hecho de ver falta y no pitarla porque era penalti (o roja, que con las expulsiones, sobre todo por segunda amarilla, también ocurre con frecuencia). Eso, es un error de bulto. La figura del árbitro parece estar concebida, a día de hoy, para mantener la incertidumbre y la emoción sobre el campo. Parece que los árbitros jueguen a conservar el empate. Pero jugar al empate no es lo mismo que ser imparcial. Por culpa de esto, tenemos la justificaciones arbitrales que nos llevan a ver con buenos ojos a un árbitro cuando, haciendo un ejercicio de empatía, decide analizar las posteriores consecuencias de sus decisiones. "Míralo que majo. No ha expulsado a fulanito porque, si lo hace, se acabó el partido. Y además era la primera falta que cometía". ¡Ojo al argumento! ¿tiene que pitar el final tras la expulsión? ¿no se puede ganar 10 contra 11? ¿dónde especifica el reglamento que, por ser la primera falta se está exento de tarjeta? Pues nada, salgamos a jugar y, al primer rival que nos crucemos, levantémoslo dos metros del suelo. No pasa nada, es la primera.

Dicho todo esto, creo que Michael Oliver (árbitro del momento que pasará a la historia de la Champions por todo lo que supuso. El penalti de Benatia a Lucas Vázquez) acertó. No voy a entrar en si es falta o Lucas se deja caer, o hay falta previa de Cristiano en el salto. Tengo mi opinión, por supuesto, y creo que sí que es falta y, por tanto, penalti, de manual. Y creo que el debate debe ser ese. Pero, por desgracia para el fútbol, no lo está siendo. El debate se está centrando en las consecuencias de la decisión, en que es el Real Madrid al que siempre favorecen los árbitros (como ocurre con el Barcelona, el Bayern, o la misma Juve en la Serie A, curiosamente los que siempre ganan, ahí lo dejo), en que "esos penaltis nunca se pitan", "encima expulsa a Buffon, cuando es normal reaccionar así". Si esa falta se produce en el centro del campo, la pitaría cualquiera de los que dicen que no es penalti. Si es en el minuto 60 con el marcador resuelto y es el defensa el que recibe la falta, ni se discute, no sale ni en el más largo de los resúmenes. Y con todos los erróneos argumentos en contra, Michael Oliver se abstrae de ellos, piensa que es falta y la sanciona como tal. No piensa en el marcador, minuto, consecuencias, ni demás externalidades al reglamento con las que nos intentan persuadir de lo que es este deporte. Por este motivo, me quito el sombrero con la decisión, y espero poder seguir viendo a árbitros que, por desgracia, a día de hoy deben ser tildados de valientes por hacer su trabajo.

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