Hoy traemos a un futbolista que está CUMPLIENDO OBJETIVOS a un ritmo normal. Ni mucho ni poco. Un jugador que está haciendo lo que se tiene que hacer para triunfar y cumplir con lo que de él se espera. En un mundo como el del fútbol de hoy en día, dónde se buscan estrellas que generen mucho dinero en publicidad o sean tan decisivos como Messi con 17 años, parece que ser un jugador bueno sin más, de gama media-alta por definirlo de alguna manera, no está de moda y se nos hace muy difícil ver a jugadores de ese grupo cumplir con el ritmo normal de su evolución. Sin embargo, aquí tenemos uno de esos casos y aprovechamos su histórico póker de anoche contra el Tottenham para acercarnos un poco más a este gran jugador...
Serge Gnabry, extremo derecho de 24 años y nacionalidad alemana, empezó su carrera deportiva en las categorías inferiores del Stuttgart. En seguida despuntó y Wenger se encargó de incluirlo en el ciclo de formación de futuros jugadores del Arsenal. En 2011 pasó de las categorías inferiores del Stuttgart a las categorías inferiores del Arsenal, sin ser hasta el año 2013 cuando diera el salto al primer equipo. Con 18 años debutó con el primer equipo del Arsenal sin un resultado excesivamente ilusionante. 14 partidos jugados, 1 gol y 2 asistencias fueron el resultado de su primera temporada en la élite. Una temporada que, como decimos, llegó antes de lo que debería. Fruto de esa ansiedad por conseguir sacar a grandes futbolistas con la menor edad posible, Gnabry pasó por la Premier League como un jugador que no valía para jugar esto. Ya no sólo había dejado de ser un proyecto de estrella. Se trataba de un fracaso estrepitoso del Arsenal como club, de Wenger como entrenador, etc...lo que le llevó a fichar por el Werder Bremen como un jugador cuya carrera estuviera terminándose. ¡Con 21 años!. Vamos a ver si nos vamos centrando un poco porque creo que esto se nos está yendo de las manos. Y es que veo que se está difuminando peligrosamente la línea que separa la detección precoz de un "juguete roto" de lo que se debe entender como la progresión normal de un futbolista (progresión que, por cierto, no deja de estar ligada a la evolución fisiológica de unos chavales de los que pretendemos, en muchos casos, que sean hombres con 17 años)
Casos como el de Messi, en la historia, hay uno. Messi. ¿Ansu Fati? ¿Vinicius? ¿Rodrygo? ¿Joao Félix? Ya veremos. No creo que ninguno vaya a alcanzar tal nivel pero, como digo, ya veremos. Y aun validando ese "ya veremos", estamos ante casos bastante atípicos en el mundo del fútbol. Porque aunque no deje de ser un deporte, no es normal que un niño de 17 o 18 años sea capaz de enfrentarse con el descaro necesario a señores con mujer e hijos. Y que no sepa rendir ante esa presión debería ser lo normal. Puede ser que un jugador de 18 años no valga, pero que ese mismo jugador con 23, 24 o 25 sea, precisamente, la pieza que le falta al club. Porque el cambio que se produce en un jugador (a nivel físico y a nivel técnico. Que 7 años de entrenamientos diarios dan para mejorar algo, digo yo) desde los 18 a los 25 es de tal calibre que me parece que decir hasta dónde va a llegar un futbolista de un modo casi dogmático me parece, cuanto menos, aventurarse demasiado. Y el caso de Gnabry, como tantos otros (conocidos y desconocidos), nos muestra que la evolución de un futbolista es ajena a cualquier ansia por que despunte. Bueno, ajena del todo no. Porque esa ansiedad no servirá jamás para que un jugador mejore más rápido...pero sí que puede servir para que nunca alcance su potencial. Sin entrar a mencionar nombres concretos, sabemos de jugadores que la rompen y, para cuando eso ocurre, las circunstancias lo cogen deambulando por equipos de medio pelo y sin generar ya atractivo por los grandes. En cualquier caso, y volviendo al tema de Gnabry, resulta que fue salir de la Premier League y empezar a rendir como se esperaba de él. Con 22 años llegó al Werder Bremen y terminó la temporada con 27 partidos, 11 goles y 3 asistencias. Números más acordes a lo que se esperaba de Gnabry que se consolidaron al año siguiente. Lo fichó el Bayern de Múnich y lo dejó cedido en el 1899 Hoffenheim. Sus 10 goles y 8 asistencias en 26 partidos le dieron la oportunidad de demostrar que tenía cosas para aportar en un grande. Así pues, la temporada pasada, con 17 goles y 10 asistencias en 30 partidos fue uno de los jugadores más importantes de la plantilla de un Bayern de Múnich. Una plantilla necesitada de sustitutos para dos extremos históricos del equipo bávaro como eran Robben y Ribery. Y Gnabry cumplió. ¿De verdad no valía para jugar en West Bromwich Albion (dónde sólo disputó 3 partidos en la media temporada que el Arsenal lo envió allí cedido)? ¿O a lo mejor era demasiado joven para el nivel de presión al que se le sometía? Y aunque parezca que esto queda dicho "a toro pasado" y de forma gratuita, lo cierto es que su temporada pasada con el Bayern más su comienzo de campaña 19/20 demuestran que no es un tema de no saber llevar la presión (como ocurre en tantos otros casos) si no, más bien, de no saber llevarla con 18 años. Dato absolutamente comprensible.
En resumen, tenemos ante nosotros a un extremo que ha sabido lidiar con las exigencias externas a él cuando iban muy por encima de lo que su cuerpo podía dar de sí y saber que, a lo mejor, su momento todavía no había llegado. Lo cual hace que hoy, cuando la exigencia externa ha reducido el nivel de presión y su cuerpo, por contra, responde mejor que nunca, se puedan recoger unos frutos que ya nadie esperaba recolectar. Sería muy interesante que en este deporte se empezara a entender que, a veces, cuando un entrenador hace debutar a un futbolista y éste se equivoca sobre el campo, a lo mejor no ha sido él quién se ha precipitado...
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